Una triste historia: I castrati
Si has hecho incursiones en el mundo de la música clásica vocal, seguro que has escuchado hablar sobre “I castrati”, castrados en español (castrato, en singular).
Y, aunque quizás tengas alguna noción de quiénes eran, lo más probable es que desconozcas muchas cosas acerca de estos personajes tan singulares, muy apreciados por el público de la música barroca. Se trata de cantantes masculinos con voz en registro femenino.
En la actualidad, los contratenores consiguen una voz muy aguda gracias a ejercitar sólo una parte de las cuerdas vocales.
Un castrato es un hombre que canta con registro de mujer.
Pero no lo hace de forma natural, como ocurre con los contratenores actuales.
Para conseguirlo, ha tenido que pasar por una intervención quirúrgica, bastante…
Registros vocales humanos adultos
En general, las voces de los varones son más graves que las de las mujeres. Los registros masculinos, desde el más grave al más agudo, se denominan Bajo, Barítono, Tenor y Contratenor. Los de las mujeres se llaman Contralto, Mezzosoprano y Soprano.
Diferentes registros de voces humanas
Actualmente existe una voz masculina muy aguda, el contratenor. Esta tesitura se consigue de forma natural, ejercitando de forma especial sólo una parte de sus cuerdas vocales. Los castrati alcanzaban esta voz mediante la castración.
Como el propio nombre de estos cantantes indica , esa operación consistía en la amputación de los testículos, con el fin de que no pudiesen producir hormonas sexuales masculinas, responsables del cambio vocal que se opera en la adolescencia. Por ello, la intervención solía realizarse entre los 8 y los 12 años de edad.
En realidad solo unos pocos "castrati" triunfaron, pero, pensando en el éxito, muchas familias castraron a sus niños sin conseguir el objetivo perseguido. Eran verdaderas estrellas en su tiempo.
La operación de castración
Generalmente era realizada por barberos, los cirujanos de la época. A falta de anestesia, les administraba opio a los pacientes. Antes de proceder a la operación quirúrgica, se realizaba manualmente el estrangulamiento de la arteria carótida para inducir la pérdida del conocimiento. A veces la técnica resultaba mortal. Después eran introducidos en un barreño de leche o agua caliente para mitigar el dolor. En situaciones más precarias, simplemente se les emborrachaba y se procedía a la amputación. El objetivo era amputarles los testículos para que su voz no se volviera más grave en la adolescencia. Generalmente no se les eliminaba el pene.
Cuando la operación se preparaba mejor, había tres opciones a seguir: cortar directamente los testículos, aplastarlos hasta producir necrosis o cortar los conductos que desembocan en ellos.
El tono de voz está determinado por la frecuencia de vibración de las cuerdas vocales. EL tono es inversamente proporcional a la longitud de dichas cuerdas. En la pubertad, las cuerdas vocales de los niños, experimentan un aumento de longitud (de 17,3 mm en la prepubertad a 28,9 mm en la edad adulta) y una disminución de la frecuencia del sonido emitido, alcanzando su voz tonos más graves. Este proceso es producido por la hormona testosterona. La ausencia de testosterona impide el desarrollo de las cuerdas vocales, permaneciendo estas como eran en la prepubertad. Sin embargo, el crecimiento somático era normal, permitiendo la creación de las cámaras de resonancia normales (torax, faringe, senos nasofaríngeos). Actualmente, el diagnóstico de estas personas es hipogonadismo.
El italiano Farinelli fue el más famoso de los castrati. Su nombre real era Carlo Broschi (1705-1782), y desde niño asombró por la belleza de su voz. Fue castrado a los 12 años, cuando la muerte de su padre dejó a la familia sin recursos y decidieron someterle a la operación para convertirle en figura de la ópera. Triunfó en toda Europa y llegó a vivir en España durante más de 20 años.
Hay que resaltar que la simple castración no era suficiente para conseguir la voz deseada. Además era necesario una educación musical muy estricta que, en España, se hacía en las capillas musicales. En Nápoles se hacía en establecimientos de caridad que se dedicaban a la recogida de huérfanos. A la vez, se les daba formación en otras materias (religión, latín...). Estos lugares acabaron convertidos en auténticos conservatorios musicales.
Durante años debían pulir su técnica, hacer ejercicios frente al espejo, estudiar contrapunto y composición, ornamentación, ejecución del clavicordio y estudios relativos a la cultura general, buenos modales y buena postura. Estudiaban con maestros prestigiosos y, cuando ya estaban preparados para actuar en público, algunos de ellos poseían una voz que abarcaba tres octavas y aún más, podían sostener una nota aumentando y disminuyendo su volumen y ejecutar trinos con intervalos que iban de semitonos a terceras, controlando Estos cantantes, en general, estaban tan bien preparados que podían cantar a lo largo de treinta o cuarenta años sin esfuerzo aparente. Resultaban ser -eso sí- personajes de proporciones absurdas, casi siempre de enorme torso y piernas finísimas, muy altos, y en ocasiones con senos y caderas femeninos, tendencia a la obesidad. Presentaban frecuentemente osteoporosis y ginecomastia (crecimiento de los senos).
Las anteriores características han podido ser comprobadas con la exhumación de Gaspare Pacchierotti en 2013. Aqui el informe de su autopsia
Al año eran castrados entre 3.000 y 4.000 niños. Muchos de ellos morían por las infecciones, y de los que sobrevivián muy pocos lograban alcanzar la fama. Los que si lo hacían eran tratados como estrellas por la sociedad, los compositores y la corte. Felipe V tuvo a su servicio a Farinelli para que aliviara sus noches de insomnio. Muchos fueron sacrificados para nada», tuvieron que sobrevivir dedicándose a la prostitución «o cantando en el coro de la iglesia», una institución que demostró una completa ambigüedad respecto a esta moda. «La castración estaba prohibida por la Iglesia pero a los castrati que vivían en la pobreza les daban trabajo en sus coros. Treinta y dos papas disfrutaron de los castrati en la Capilla Sixtina».
¿Fue inmoral la castración en aras de la belleza de una voz?
Ismael Camarero
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