Vinilos rusos

Durante la década de 1950, cuando el vinilo era escaso, en la Unión Soviética se hacían grabaciones de música occidental prohibida, jazz y rock, en radiografías rescatadas de la basura de los hospitales. Luego se cortaban con unas tijeras y el agujero se abría con un cigarrillo
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Un disco de vinilo o disco gramofónico es un medio de almacenamiento de sonido analógico en forma de disco de policloruro de vinilo, el cual se estría en una forma espiral modulada. Normalmente se empieza el surco cerca de la periferia del disco y termina cerca de centro.

Un disco de vinilo o disco gramofónico es un medio de almacenamiento de sonido analógico en forma de disco de policloruro de vinilo, el cual se estría en una forma espiral modulada. Normalmente se empieza el surco cerca de la periferia del disco y termina cerca de centro. Los discos fonográficos son clasificados según su diámetro en pulgadas ya sea 12", 10" y 7", su velocidad angular en RPM 1623, 3313, 45 y 78, (siendo los formatos de 33 y 45 RPM los más utilizados). Graban sonido monoaural y estereofónico, se llegaron a editar algunos álbumes en sonido cuadrafónico, e incluso se llego a experimentar para grabar vídeo y sonido en formato digital (Wikipedia)

En Rusia, evitando la censura,  el THE X-RAY AUDIO PROJECT se inició como un proyecto dedicado a la comunidad clandestina de amantes de la música y contrabandistas que desafiaron la censura de la  Unión Soviética de la guerra fría para hacer y distribuir sus propias grabaciones de música prohibida. Durante la época comunista, los ritmos occidentales, las canciones de músicos populares que hubieran huido del país o no fueran lo suficiente adictos al régimen, no eran bien vistos.

La industria discográfica estaba férreamente controlada por el estado y encontraron un método, arriesgado pero que funcionó: construyeron sus propias máquinas de grabación y utilizaron placas de rayos X reutilizadas como base para discos extraños y hermosos que vendían en secreto.

Fue un acto de empresa callejera. resistencia cultural, ingenio técnico y esfuerzo humano.
Como no había acceso al vinilo, o a de materiales semejantes a los de los discos de verdad, los aficionados eligieron las radiografías usadas como soportes para esas músicas y, desde finales de los 40 hasta mediados de los años 60, dicho material permitió que artistas como Little Richard, Duke Ellington, Elvis Presley o Bill Halley sonasen detrás del Telón de Acero.

Como las radiografías estaban hechas de materiales fácilmente inflamables, los hospitales tenían la costumbre de destruir enormes cantidades de ellas cada año, aunque algunas partidas fueron desviadas para la fabricación de soportes musicales.
Las radiografías eran recortadas a mano con tijeras, dándoles una forma circular. El agujero del centro se conseguía quemando el plástico con un cigarrillo. Después se colocaba en la máquina de grabación y con una aguja más profunda que la que se utilizaba para reproducirlos, se iba haciendo el surco. El método obligaba a grabar cada disco de una vez. Si se quería editar 10 discos de 10 canciones cada uno, había que repetir cada canción 10 veces, una en cada disco-radiografía.

En 1946, Ruslan Bugaslovski se inspiró en una máquina Telefunken (diseñada para que los reporteros de la Segunda Guerra Mundial pudieran hacer grabaciones desde el campo de batalla) e ideó una fórmula barata -con piezas de herramientas y viejos gramófonos- para conseguir sus propias copias de los discos.


Lo precario del proceso obligaba a que cada disco tuviera que ser generado en tiempo real. De esta forma, si se querían conseguir diez copias, la canción se debía hacer sonar otras tantas veces para hacer que la aguja surcase otras diez radiografías.

 


El disco resultante se compraba por un bajo precio, entre medio y un rublo.Las transacciones se hacían de manera clandestina en lugares apartados. Sin embargo, con el tiempo, hubo determinadas zonas de las ciudades en las que era público y notorio que se vendía este tipo de material, popularmente conocido como bones o ribs («huesos» o «costillas»). A pesar de esta manga ancha por parte de las autoridades, los vendedores preferían mantener la cautela, y era justamente en las mangas de sus abrigos donde guardaban los discos para no levantar sospechas, guardando en ellas hasta 50 discos.

Y, como no siempre había disposición monetaria y se aceptaba el pago en especias, existía una tabla de equivalencias que determinaba cuántos discos se podían conseguir a cambio de una botella de vodka u otros productos y, algunas piezas, las más deseadas, como discos de Elvis Presley, podían llegar a costar el salario de un mes.






Generalmente, el sonido era bastante pobre. En los años cuarenta y cincuenta, por ejemplo, los discos sonaban de forma terrible, incluso cuando eran nuevos. Todo dependía del grabador. Su duración era muy corta (se comenta que tras pocas reproducciones, perdía mucha calidad).

Esta resistencia cultural no sólo se dio en el campo de la música. Tampoco había acceso a las películas occidentales, incluso en otros países. Tanto es así que en la Rumanía de Ceaucescu se creó todo un mercado negro de duplicación y distribución de películas VHS con éxitos de Hollywood (principalmente cintas de Chuck Norris o Stallone), que eran dobladas al rumano de forma clandestina por una mujer, Irina Nistor, que ponía voz a todos los personajes.




Ismael Camarero

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