Pantalones que matan
La moda de los vaqueros desgastados está costando decenas de vidas y miles de enfermos en países como Turquía, Bangladesh, China e India, países donde se elabora la mayor parte de la ropa que vestimos. Esa apariencia de desgastado se consigue en la mayoría de casos mediante la peligrosa técnica del "sandblasting", que consiste en aplicar un chorro de arena directamente sobre la tela vaquera. Este método, prohibido en Europa en 1966 pero aún lícito en otros países, resulta muy rentable a las grandes marcas que lo utilizan, aprovechando la deslocalización de su producción y sin importarles el elevado coste en la salud de las personas que trabajan aplicando esta técnica.
Turquía es uno de los países más afectados por el “sandblasting”. Precisamente los informes médicos procedentes de este país han sido los que han relacionado la producción de vaqueros con "sandblasting" con la silicosis, ya que, antes, a los trabajadores afectados se les diagnosticaba, erróneamente, tuberculosis. Actualmente, se estima que cerca de 5.000 empleados del "sandblasting" están afectados de silicosis, una enfermedad crónica que les impide trabajar y hacer vida normal. De ellos, al menos 46 han fallecido.
En Europa, el “sandblasting” no se usa desde los años 90, pero son precisamente los países europeos los principales clientes de esos vaqueros desgastados. La técnica del "sandblasting" se prohibió en Turquía en 2009. Desde entonces, la producción de vaqueros desgastados ha aumentado en otros países como Bangladesh, China, Pakistán, India o Siria.
La silicosis es una enfermedad profesional ocasionada por la sílice de la arena, muy conocida en la minería, pero aún no reconocida dentro de la industria textil. Los mineros tardan 20 años en presentar esta enfermedad. Los trabajadores del “sandblasting”, sin embargo, caen enfermos en sólo seis meses. Por ello, la Campaña Ropa Limpia cree urgente que la OMS y la OIT incluyan el sector textil en su Programa Internacional sobre la Eliminación de la Silicosis Mundial.
Las empresas conocen las consecuencias del "sandblasting" pero muchas de ellas prefieren hacer oídos sordos y no han dado ningún paso para eliminar el "sandblasting" de su cadena de confección.
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