Volcán Eyjafjällajokull de Islandia
Las cenizas del volcán del glaciar Eyjafjällajokull en Islandia, que han paralizado gran parte del espacio aéreo de Europa, podrían influir sobre el clima de la Tierra si alcanzan la estratosfera, según ha asegurado un experto austríaco.
Si las partículas de ceniza del volcán islandés alcanzan la estratosfera, eso podría tener durante varios años "un efecto refrigerador" porque reduciría la radiación solar, según aseguró el climatólogo de la Universidad de Viena Herbert Formayer a la radio pública austriaca ORF.
La estratosfera es la segunda capa de la atmósfera y comienza a unos 12 kilómetros de altura sobre la superficie de la Tierra.
"A esa altura no hay lluvias que puedan reducir o 'lavar' las partículas, por lo que las cenizas puede permanecer allí durante dos o tres años", manifestó el experto de la Universidad de Viena.
"Durante esa época se reduce la radiación del sol y eso tiene un efecto refrigerador", explicó Formayer. La nube refleja la radiación solar hacia el espacio y por eso no alcanza la superficie terrestre.
Este fenómeno ya se produjo en 1991 con la erupción del monte Pinatubo, en Filipinas, "cuando sus cenizas llegaron a dar la vuelta al mundo y eran perceptibles muchos meses después del desastre", ha explicado Joan Martí, secretario general de la Asociación Internacional de Vulcanología.
"Aquel desastre tuvo consecuencias incluso climáticas porque hizo descender la temperatura global al reflejar la luz solar hacia el espacio", manifestó Martí.
El volcán Laki, en Islandia, sufrió una serie de diez erupciones entre junio de 1783 y febrero de 1784, que produjeron cambios notables en la circulación de las corrientes de aire en el Hemisferio Norte. Esto alteró el régimen de temperaturas y precipitaciones en gran parte de Europa. Se cree que las sustancias tóxicas expulsadas a la atmósfera pudieron causar un incremento de la mortalidad en Inglaterra, que se produjo en la misma época. En la propia Islandia murieron 10.000 personas.
Ahora unos investigadores de las Universidades de New Jersey y Edimburgo han determinado que el volcán islandés Laki fue el causante de la sequía que asoló el Valle del Nilo en el verano de 1783, empobreciendo las cosechas y causando miles de víctimas por hambre.
Los científicos han aplicado un programa desarrollado por el Goddard Institute for Space Studies, de la NASA, para crear un modelo en cascada de los efectos de la erupción en la atmósfera, hasta comprobar que el gran descenso de precipitaciones en el Sahel y en la cabecera del Nilo pudo ser causado por el volcán islandés.
El impacto del Laki sobre el clima se debió principalmente a la emisión de grandes cantidades de dióxido de azufre, que combinadas con el vapor de agua crean unas partículas (aerosoles de sulfato) que reducen la llegada a la tierra de radiación solar y provocan un descenso de las temperaturas.
Según el modelo aplicado en la investigación, en el verano de 1783 la temperatura media en el Hemisferio Norte fue 3ºC inferior a la normal. Este descenso redujo la diferencia de temperatura entre las masas continentales de Eurasia y Africa y los océanos Indico y Atlántico, disminuyendo la capacidad de los monzones para aportar nubes y agua de lluvia a las cuencas de los ríos.
Los monzones son provocados por el hecho de que la tierra se calienta y se enfría más rápido que el agua. Por lo tanto, en verano, la tierra alcanza una temperatura mayor que el océano. Esto hace que el aire sobre la tierra comience a subir, provocando un área de baja presión. Como el viento sopla desde áreas de alta presión hacia áreas de baja presión, un viento extremadamente constante sopla desde el océano. La lluvia es producida por el aire húmedo elevándose en
Por otra parte, la ausencia de nubes, causada por la debilidad del monzón, permite que sea mayor la radiación solar que llega a la tierra, aumentando la evaporación.
Por todo ello, y en contraste con la bajada de temperaturas en el norte, la debilidad de los monzones produjo durante el verano de 1783 en el Sahel, Arabia y la India, un aumento de la temperatura media entre 1 y 2ºC.
En definitiva, la crecida anual del Nilo, imprescindible para producir la cosecha, fue muy baja en 1783.
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